El Congreso mexicano ha sumado un episodio más a la lista de zafarranchos en los que se han visto involucrados legisladores de todas las banderas políticas. El choque de frente de este miércoles entre el senador y dirigente del PRI, Alejandro Alito Moreno y el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, que terminó a golpes y empujones, no es inédito. “¡No me ponga el dedo encima!”, dijo Noroña en la sesión de la Cámara alta del 31 de octubre de 2024. Alito intentó liarse a golpes con él durante aquel debate y en la tarde de este miércoles. En ambas ocasiones, el enojo del priista tenía el mismo motivo. La bancada del PRI había solicitado repetidamente el uso de la palabra y, tras la negativa, Moreno decidió subir a la Mesa Directiva para exigir que se le permitiera participar, igual que en esta última sesión de la Comisión Permanente, un suceso que ha ocupado los titulares nacionales e internacionales. Más informaciónEn este listado de episodios insólitos, el oficialismo también tiene hilo del que tirar. En noviembre de 2023, durante una toma de la Mesa Directiva, la diputada transgénero de Morena, María Clemente García, quitaba a empujones al presidente de la Cámara de Diputados, el panista Santiago Creel, durante una sesión en la que, legisladoras morenistas, exigían sanciones contra el diputado del PAN, Gabriel Quadri, por llamarlo “señor”. En esa ocasión, el mismo Noroña, entonces diputado, salió en defensa del presidente y detuvo las faltas de respeto a la máxima autoridad del Congreso mexicano. El suceso acabó en una disculpa pública de la legisladora que fue aceptada por Creel. La discusión de la Miscelánea Fiscal 2022, en octubre de 2021, también terminó en una riña entre la oposición y Morena. PAN, PRI y MC salieron en defensa de una reserva que presentó una diputada morenista, que el oficialismo rechazó. El bloque opositor exigía que la votación de la propuesta se hiciera mediante tablero y no a mano alzada. La negativa de la mayoría ocasionó que la oposición se apersonara en la tribuna para exigir respeto a su petición. Los puñetazos y manotazos, de los dos bandos, no faltaron. El diputado panista Jorge Espadas fue acusado de iniciar la violencia y se pidió un examen toxicológico. Legisladores oficialistas lo señalaron, injustificadamente, de estar bajo los influjos del alcohol o las drogas. Este hecho tampoco tuvo consecuencias. En octubre de 2020, diputados de Morena y aliados, y del PAN, PRI y MC, se enfrentaron a golpes durante la discusión de la reforma que extinguió 109 fideicomisos de ciencia, tecnología, cultura, economía, desastres naturales y salud. El zafarrancho se originó luego de que la oposición tomó la tribuna y el oficialismo intentó disolver el motín. En ese capítulo, el entonces diputado panista, Miguel Riggs Baeza, —hoy legislador de Morena—, repartió puñetazos y empujones que quedaron en la anécdota. Los episodios de violencia que el Congreso mexicano ha protagonizado se cuentan por decenas. Hasta el momento, la máxima sanción que se ha presentado por este tipo de eventos que pintan de cuerpo completo a la clase política, son denuncias ante los respectivos comités de Ética de las Cámaras que tienen la misión de regular la conducta ética de los legisladores y en su caso hacer llamados de atención. La denuncia que ha anunciado Noroña contra Alito Moreno, se alista a ser la piedra que rompa el círculo de impunidad con el que han venido ocurriendo estos hechos en el Congreso, sin mayores consecuencias que el señalamiento público. El presidente del Senado ha elevado el tono y ha dicho, buscará el desafuero del líder priista, que ya acumula una solicitud de la Fiscalía de Campeche para que se le retire la inmunidad procesal
Los zafarranchos en el Congreso mexicano, una constante sin consecuencias
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