La bióloga de la Universidad de Valencia Pilar Domingo-Calap prepara un café de cápsula en su despacho en Paterna, al noroeste de la ciudad. Al lado de la máquina hay una pequeña nevera blanca, como las de los hoteles. De ella saca una bolsa con pequeños tubos de plástico llenos de un líquido que parece agua. En realidad contienen decenas de millones de virus devoradores de bacterias conocidos como bacteriófagos, o fagos. “Si te bebieses esto”, le explica al periodista, “no te pasaría absolutamente nada”. Pero a las personas que sufren infecciones de bacterias resistentes a los antibióticos —una emergencia global que cada año contribuye a cinco millones de muertes— este líquido incoloro puede cambiarles la vida.Más informaciónEn 2023, el equipo de esta investigadora recibió un correo electrónico que decía: “A ver cuándo llega mi fago”. Lo enviaba Irene Nevado, una enfermera madrileña a quien la mala suerte genética había perseguido desde el nacimiento. Sus padres eran portadores sin saberlo de una mutación que provoca fibrosis quística, una enfermedad rara que ataca los pulmones y otros órganos. Había solo una posibilidad entre cuatro de que los hijos tuvieran la enfermedad. Irene y su hermano, dos años más mayor, nacieron con ella. Sentada en el despacho de Domingo-Calap, Irene, que este año cumplirá 46, cuenta su historia con un optimismo y vitalidad alucinantes. Cuando tenía ocho años se infectó con Pseudomonas aeruginosa, una bacteria respiratoria que complicó los síntomas de su enfermedad. La fibrosis llena los pulmones de moco hasta casi cortar la respiración. Cualquier movimiento, como subir unos peldaños o caminar, supone un esfuerzo sobrehumano. “Es como si te diera la vuelta una ola”, resume Nevado. En 2008 la enfermera recibió un doble trasplante de pulmón, pero sufrió rechazo crónico, lo que significaba que esos órganos no le valían. Entró en lista de espera para un segundo injerto, que llegó en 2019. En esta ocasión tuvo rechazo agudo, lo que podía aliviarse con fármacos inmunosupresores y antibióticos, pero no le libraba de sufrir crisis graves. En 2023 estaba ingresada en el hospital y sin más posibilidades terapéuticas. Se enteró por la asociación de pacientes de Baleares que existían los fagos, y logró iniciar un tratamiento experimental con el fago número 10, desarrollado por el equipo de Domingo-Calap en colaboración con médicos del Centro de Terapia con Fagos de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.La enfermera madrileña Irene Nevado, en el Parque Científico de la Universidad de Valencia.
Mònica TorresLa paciente completó dos sesiones de 10 días en las que el líquido de los viales con fagos se nebuliza para ser aspirado por nariz y boca. Desde enero de 2024 ha recuperado su capacidad pulmonar y no hay rastro de la bacteria resistente, lo que significa que no tendrá que esperar un tercer trasplante. Este año nadó 4.000 metros durante la travesía a Formentera, un acto benéfico para concienciar sobre la fibrosis quística, que afecta a una de cada 5.000 personas. “Creemos que es un caso único en el mundo, dado que es una paciente con los dos pulmones trasplantados en dos ocasiones”, asegura Domingo-Calap, valenciana de 40 años que trabaja en el Instituto de Biología Integrativa de Sistemas. El caso de Irene Nevado acaba de ser publicado por la Sociedad de Microbiología de Estados Unidos en un estudio firmado por los científicos de las universidades de Valencia y Yale, y los médicos que trataron a la paciente en el Hospital Puerta de Hierro, en Madrid.La bióloga de la Universidad de Valencia Pilar Domingo-Calap.Mònica TorresEste éxito ejemplifica el ascenso de la fagoterapia como alternativa contra las infecciones resistentes. Esta técnica se conoce desde hace más de un siglo, y tuvo su máxima expresión durante y después de la II Guerra Mundial en el bloque soviético. En occidente, en cambio, el ascenso de la penicilina y otros antibióticos dejó en vía muerta la terapia con virus hasta que, hace unos años, se retomó como alternativa ante el creciente problema de las superbacterias resistentes a muchos o todos los antibióticos conocidos. Solo en España, estas infecciones matan a unas 4.000 personas cada año, varias veces más que los accidentes de tráfico.La teoría dice que por cada bacteria conocida hay uno o más fagos capaces de eliminarla. Son muy específicos, por lo que permiten erradicar solo los microbios que presentan una amenaza sin dañar a otros que son beneficiosos para la salud. Como recuerda Domingo-Calap, “los fagos están por todas partes”. La investigadora los ha encontrado en tierra, plantas, aguas residuales, hospitales. Uno de los sitios donde más variedad hay es en los colegios, donde la investigadora toma muestras de forma habitual dentro de un programa de educación sobre estos organismos. “Cualquiera puede encontrar un fago, el problema es que no todos son efectivos”, resume.A los fagos se les puede entrenar con evolución dirigida para darles nuevas capacidades, como operar a la temperatura corporal de los humanos. Cada virus se entrena con bacterias extraídas del paciente y se eligen los que mejor las eliminan, o las que menos resistencias causan. La científica explica que desde 2023 ha tratado a 15 pacientes en España con estas terapias, que se suelen administrar como tratamiento compasivo, es decir, cuando ya no hay más recursos disponibles. “En muchos casos, hemos conseguido hacer desaparecer las infecciones”, destaca. En su librería de fagos hay ya más de 500 especímenes, incluidos algunos que han mostrado efectividad contra las 12 familias de bacterias resistentes más peligrosas, según la OMS, añade la científica.Estos virus suelen administrarse junto a antibióticos y otros tratamientos. En algunos casos aniquilan a las bacterias resistentes. En otros atacan las bombas de flujo que usan los microbios para captar nutrientes y esto permite que los antibióticos las eliminen. También puede pasar que el fago ataque un receptor en el exterior de las bacterias, lo que provoca que el sistema inmune las identifique y pueda destruirlas. En la mayoría de casos como el de Irene, nunca queda claro si el fago fue lo que mató al microbio, ni su actividad exacta dentro del organismo, como sí sucede con otros fármacos, y eso ha contribuido a que la terapia se haya generalizado por ahora.El médico belga Jean-Paul Pirnay es uno de los mayores expertos en fagoterapia del mundo. Su equipo ha conseguido varias curaciones espectaculares, como la de una mujer herida en un atentado que superó una de las peores infecciones conocidas gracias a la terapia con fagos. En los últimos años, este tipo de tratamientos han logrado eliminar con éxito infecciones en pacientes trasplantados de hígado, riñón y pulmón, entre ellos una chica de 15 años con fibrosis quística y un injerto doble de pulmón, destaca. “Cada caso de éxito es importante, y este lo es especialmente porque se da en un país como España donde aún se está luchando por establecer estas terapias”, explica Pirnay a este diario.Bélgica va un poco por libre respecto al resto de Europa en este campo. La normativa de la UE, aplicada en España, señala que este tipo de tratamientos solo pueden ser compasivos y desarrollarse en centros especializados de terapias avanzadas, dotados con salas blancas y con los máximos niveles de asepsia. La idea es impedir tratamientos no homologados y potencialmente peligrosos, aunque esto también dificulta el trabajo en laboratorios como el de Domingo-Calap. En Bélgica, en cambio, las autoridades dejan que los hospitales formulen estas terapias como fórmulas magistrales, lo que ha facilitado su llegada a más pacientes. En 2023 la investigadora ha cofundado una empresa spin-off en el campus valenciano para aplicar los fagos a la salud humana, animal y vegetal, en la que recientemente ha invertido el fundador de Mercadona, Juan Roig. La investigadora cree que España debería seguir el ejemplo de Bélgica. Pero de momento ya está buscando fondos para iniciar ensayos clínicos con más pacientes con los que demostrar la efectividad generalizada de estas terapias. “En nuestro intestino hay 100 veces más fagos que bacterias”, explica Bruno González-Zorn, catedrático de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid y experto en infecciones resistentes a antibióticos. Las bacterias han desarrollado mecanismos de resistencia a muchos de ellos. Cuando se han probado los fagos en ensayos clínicos grandes no han mostrado efectividad clara, apunta. Además, al no poder controlarlos bien una vez que entran en el organismo, a priori “pueden dar un poco de miedo”. Pero eso contrasta con los casos de éxito conocidos en los últimos años, algunos muy llamativos, como el de Irene, reconoce González-Zorn. Estos virus no solo pueden servir para tratar casos desesperados, sino también para desinfectar quirófanos, viales e incluso prótesis corporales, que son la vía de entrada en el organismo de muchas de las infecciones resistentes más letales. Y el mismo principio puede aplicarse a animales y plantas, abriendo una nueva vía de combatir epidemias veterinarias y plagas agrícolas. El investigador destaca que hay en marcha en España proyectos millonarios para establecer centros especializados en estas terapias. “Son tratamientos muy prometedores, aunque aún estamos en el proceso de conocerlos bien. Es muy probable que en el futuro tengan un nicho propio”, opina González-Zorn.Irene Nevado visita a menudo el laboratorio valenciano, donde conoce a casi todos sus miembros. Ahora que ha llegado al mercado el Kaftrio, un nuevo fármaco efectivo contra la fibrosis quística, sus expectativas son muy buenas. De sus años pasados recuerda sobre todo “la soledad y la espera por esa llamada que confirma que hay un donante. A todos sus problemas de salud por la fibrosis y la infección se sumó una depresión tras el primer rechazo. La enfermera ha creado La Vida Espera, una iniciativa altruista para asesorar y acompañar a personas que esperan un trasplante. “Hay casos en los que no acaban de decidirse a solicitarlo. Mi hermano murió en parte porque lo hizo demasiado tarde. Mi objetivo es que todo el mundo que llegue al trasplante lo haga en buenas condiciones”, explica.Si conoces una historia como esta, puedes escribirnos a ndominguez@elpais.es
Los fagos le salvan la vida a Irene, que recibió y rechazó cuatro pulmones trasplantados | Ciencia
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