El voz a voz comenzó a correr en plena pandemia. Sin mayor ruido ni campañas de expectativa, apareció un pódcast sobre la tragedia del Palacio de Justicia. Quienes lo recomendaban aseguraban que Arcanos y reyes, así se llamó, llegaba a conclusiones inesperadas sustentadas en un trabajo tan riguroso como obsesivo de su productor, David Marín, quien durante cinco años dedicó sus días y noches a reconstruir segundo a segundo lo ocurrido en la sede del Poder Judicial a partir de la evidencia, no de las consignas. LEA TAMBIÉN Tras sufrir amenazas, Marín decidió retirar el pódcast de las plataformas. Para ese momento ya tenía cerca de medio millón de reproducciones. Optó temporalmente por el silencio hasta que la editorial Planeta lo buscó para que convirtiera su trabajo en un libro, Perdida en el fuego, que fue publicado con motivo de los cuarenta años de una batalla que, a juicio del autor, todavía no termina.¿Qué diferencia su investigación?La contextualización de toda la evidencia. Que no se privilegia un testimonio sobre otro por criterios subjetivos, toda la evidencia existente tuvo el mismo peso. Quise poner todas las fichas en su lugar. Por decir algo, si alguien estaba en la oficina 101 y quedó su testimonio, entonces mi reto fue ubicar dentro de una maqueta digital cómo era la oficina 101. Eso me permitió saber qué se podía ver desde las ventanas y contrastar lo dicho con esa realidad incontrovertible que es el espacio. LEA TAMBIÉN ¿Qué herramientas usó?Lo primero fue un Excel para ordenar miles de pedazos de información. Luego terminé transcribiendo el expediente en ese mismo Excel, poniéndole categorías. Esa información la dividí por horas, después en cuartos de hora. Por ejemplo, un momento específico: 2 p. m. del 6 de noviembre, que es cuando el tanque tumba la puerta y saltan los del comando Copes desde el techo. Es un momento lleno de información. Junto todos los testimonios y los sincronizo con ese momento. Alguien dice que a esa hora escuchó un ruido tremendo. Esa persona no sabe que fue el tanque tumbando la puerta, ahora sabemos qué fue. Después pasé a herramientas de edición de video y audio. Tenía la primera hora de la transmisión de Caracol Radio completa, y la ventaja de la radio es que tiene los famosos beeps para sincronizarlo con los testimonios y el video. Menos mal el reloj de la catedral servía y aparece en un video. Si yo pongo ese momento en las doce en punto, todo lo que está hacia atrás está sincronizado y todo lo que está adelante está también sincronizado. En consecuencia, ya puedo ponerle al video la narración de Yamid Amat como en un partido de fútbol. Luego aparecieron los planos, que fueron para mí el santo grial de esta pesquisa. Con los planos se hizo la maqueta tridimensional del edificio.Durante los hechos de la toma del Palacio de Justicia hubo tres incendios. Foto:Archivo EL TIEMPO¿Por qué fueron tan importantes los planos y la maqueta?Por una herramienta que me ayudó a usar un equipo de arquitectos y que permite hacer magia. Con la fecha y las coordenadas le pone el sol en el lugar en el que estaba ese día a esa hora, lo que permite saber, por ejemplo, si a las cuatro de la tarde una escalera tenía luz del día, lo que permite corroborar si una persona vio genuinamente a un ser humano vestido y fue capaz de reconocer que tenía un parche del M-19 o realmente lo que vio fue una silueta en contraluz. Es una sincronización minuciosa de cada evidencia que permitió corroborar testimonios que eran imposibles corroborar de otra manera. Por ejemplo: alguien que estaba solo detrás de una ventana y nadie podía corroborar su testimonio, con esta herramienta pude establecer que esa persona ahí tirada en el piso, desde esa ventana, tenía visual perfecta por todo el pasillo suroccidental del tercer piso. Entonces el testimonio coincide no con otros, sino con valores objetivos como la arquitectura del edificio o la hora del día, lo que permitió corroborarlo. Poco a poco todo comenzó a tener una coherencia, no solo sincrónica, sino también en términos de las tácticas de lado y lado.¿Cuánto tiempo le tomó esto?Yo empecé a interesarme en el caso desde la noche misma, siendo niño, pero realmente lo comencé a trabajar a finales del 2015, cuando aparecen los restos de Cristina del Pilar Guarín. Empiezo a leer libros, contacto a una fuente buscando la información en bruto, cruda. Por mis estudios de antropología física me mueve el detalle que entonces se revela de la fractura de Guarín: una transversal del cuerpo vertebral de la torácica seis, esa es una herida que se produce en unas condiciones muy particulares. Me pareció muy extraño, porque justo entonces se había revelado un video en el que al parecer ella salía alzada, pero alguien con esa lesión hubiese sufrido fallas en su movilidad y tono muscular que no hacían verosímil la versión de que la mujer cargada por el soldado fuera ella. Ahí empieza la obsesión de cómo llegar a ese informe, quiero saber qué más dice. El recorrido luego me lleva al expediente y a los planos. Estos, reitero, son claves porque finalmente ponen unos límites objetivos. Hacen que el conjunto sea discreto porque no hay infinitas variables arquitectónicas. No. Este es el espacio. Estas son las líneas balísticas. Punto. Entran a jugar la lógica y las leyes de la física.Entre el 6 y 7 de noviembre de 1985 se vivió la toma y retoma del Palacio de Justicia. Foto:Archivo EL TIEMPO¿Tuvo que dejar a un lado su mirada personal de los hechos?Sí, y eso hace diferente mi metodología. Mi formación como científico social me obliga a eso. Por supuesto que yo tenía lectura de lo que había ocurrido, pero quise siempre generar una herramienta que superara mi subjetividad. Que el rigor pasara por encima de todo eso. Así, poco a poco vi cómo la misma metodología me fue diciendo, por ejemplo, que, salvo Irma Franco, ninguno de los que quedaron como desaparecidos salió vivo. Vuelvo al caso de Cristina Guarín, ella no pudo salir viva: esa herida le impedía caminar, le impedía moverse de la mitad del pecho para abajo. No podía estar recogida como estaba esa mujer en las imágenes. Luego supimos que fue levantada como el cuerpo de otra persona. Además, la tradición documental la ubica en el 4.º piso como víctima de ese piso, con señales de violencia perfectamente consecuentes con las violencias del 4.º piso. LEA TAMBIÉN ¿Esos hallazgos lo pusieron en una situación difícil frente a las víctimas?Aquí me toca contar una anécdota. Cuando comencé el trabajo me presenté y les compartí mi propósito. Estaban muy abiertos, me compartieron la narrativa que todos conocemos. Me comprometí con ellos en que mi interés era únicamente contar con sus testimonios para que el producto final incluyera sus voces. Pero yo sabía que los hallazgos iban a venir y, en efecto, llega el momento en el que soy consciente de que, en términos forenses, es imposible seguir sosteniendo esa narrativa. Sabía que iba a haber un choque, por lo que decidí compartirles los hallazgos pensando en que no tuvieran que escuchar el pódcast, que se desarrolla en tiempo real, dura las 28 horas que duró la confrontación. Que no tuvieran que oír nueve horas hasta saber cómo los bombardearon y los ametrallaron, no era justo con unas familias que han sufrido tanto.¿Qué pasó cuando les compartió sus conclusiones?Fue en plena pandemia, lo hicimos virtualmente y la respuesta fue muy fuerte en términos del colectivo, con amenazas de acciones legales incluso. Eso en público, pero en privado varios se acercaron y me dijeron: ‘Yo sé que eso fue así, que mi familiar no salió vivo, pero yo no puedo salir a decir eso’, situación que hasta hoy sigue ocurriendo. Otros comenzaron a regar el chisme de que yo era enviado de los militares, versión que llegó hasta la Comisión de la Verdad, que por esa razón me cerró las puertas.Pero eso desconoce que otros hallazgos suyos también comprometen a la Fuerza Pública…Claro, por ejemplo: en 40 años nunca se ha contado cómo murió el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía. Mi trabajo me permitió establecer que a él lo mataron dolosamente estando en situación de indefensión y herido, igual que a un grupo de guerrilleros. Para el momento en el que las familias de las víctimas me dicen que me van a denunciar por revictimización ante la Corte Interamericana, yo ya había sido objeto de seguimientos de personas que estoy seguro de que eran militares. Yo he tenido problemas con todo el mundo.¿De dónde viene esta obsesión suya?Desde muy pequeñito he sido obsesivo, me gustaba armar rompecabezas de mil piezas. Lo del Palacio es quizá el rompecabezas más grande que alguna vez decidí armar. Ahora ando obsesionado con la pregunta de por qué no les sirvieron los radioteléfonos a los guerrilleros. Me compré un radio UHF y ya tengo indicativo de radioaficionado. Estoy entrando a ese mundo para resolver este enigma y también porque estoy convencido de que en Bogotá no hubo solamente dos radioaficionados que grabaron las comunicaciones del Ejército. Todavía hay muchos radioaficionados, la mayoría son personas de 80 años. Quiero ver si logro llegar a más grabaciones, además de dilucidar por qué pudo pasar eso.“Empecé a interesarme en el caso desde la noche misma, siendo niño, pero realmente comencé a trabajar a finales del 2015, cuando aparecen los restos de Cristina delPilar Guarín”.David MarínAntropólogo y autor del libro¿Qué ha pasado después de haber terminado la investigación?Muchos me han dicho que mi metodología, la matriz que armé, no existe en la justicia, en ningún lugar del mundo. Yo sé que yo tengo ahí un desarrollo que se debe poder aplicar a otros casos que impactaron al país para esclarecerlos. Y he ayudado a familias. Hace poco me contactó la hija de un escolta. Me contó que habían exhumado la tumba donde supuestamente estaba su cuerpo y resultó ser de alguien más. Se quejó, con razón, de que nadie le ayudaba a encontrarlo, me preguntó si podía colaborarle. Yo le dije: “Deme el nombre”. Lo busqué en la matriz y le dije: “Mire, hay unas aseadoras que lo ven acá, hay un colega escolta que lo ve acá, sabemos que dispara desde acá, sabemos que da una baja en este punto…”, y le pude contar, digamos, lo poco que se puede saber de lo que fueron sus movimientos y sus acciones dentro del edificio y aproximarla. “Mire, lo más probable es que él haya muerto acá, y al haber muerto en este lugar del edificio, las violencias que se ejercieron sobre esa zona y sobre esas víctimas son estas. No le puedo decir exactamente lo que le pasó a su papá, pero al grupo plural de personas que murió ahí le pasó esto”.¿Cuál cree que sería un camino apropiado para que estas heridas se cierren?La batalla del Palacio de Justicia nunca se acabó. Solo se acabó el intercambio de disparos. Y no son dos bandos. Sigue habiendo intereses que utilizan a las víctimas para su propio beneficio. Varios a estas alturas necesitan que la narrativa de los desaparecidos, de que los sacaron y los derritieron en ácido en la Escuela de Caballería, subsista a pesar de que los restos de esas personas ya aparecieron y de que ya es perfectamente posible establecer las circunstancias en las que murieron.Hace poco se ratificó la condena al general Iván Ramírez…El 75 % de las 370 páginas de ese fallo confirman que fue el responsable de la desaparición de la guerrillera Irma Franco, para después coger caso por caso y decirles a quienes persisten que no sigan sosteniendo lo imposible: que, en efecto, el Ejército es responsable de la desaparición de Franco, pero no de todas esas otras supuestas desapariciones.Durante la retoma, las fuerzas del Estado entraron por la calle y por el techo del edificio. Foto:Archivo EL TIEMPO¿Y la JEP?La JEP sienta a Arias Cabrales y le pregunta por los desaparecidos. Él se reafirma: esas personas no desaparecieron. A la señora Irma Franco la desapareció el general Ramírez Quintero. Pero no contrapreguntan qué pasó entonces, sino que inmediatamente lo acusan. Entonces no aportó verdad porque no dijo dónde desaparecieron los desaparecidos, cuando es la misma justicia colombiana la que los ha venido identificando.FEDERICO ARANGO – EDITOR DE OPINIÓN – EL TIEMPO

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